domingo, 19 de septiembre de 2010

El Búho Cleto

Acababa de recoger las últimas cinco semillas, éstas no las comería, éstas las empacaría para el viaje, eran las siete de la noche y la oscuridad ya se había apoderado de la pradera, ésta en la que había vivido siempre. Estaba preocupado, no sabía qué podía suceder en aquel tormentoso viaje al Amazonas, pero estaba seguro que debía hacerlo, tenía que cumplir la misión que se le había encargado, por ello preparó todo lo que era necesario dejando solamente lo que no necesitaba en este viaje, el miedo.
A la mañana siguiente Cleto madrugó para iniciar su aventura, al ir a recoger su equipaje se encontró con una manada de micos juguetones que le habían desempacado y, devolviéndonos a Cleto cabe resaltar que era un búho astuto; sabía detectar los problemas cuando los olía, pero tenía un defecto enorme: cuando confiaba en alguien lo hacía ciegamente, tanto así que varias veces había pagado el precio de su extrema confianza, hoy era un día de esos, Cleto siempre consideró a los hermanos micos como unos de sus mejores amigos pero notablemente ellos no tenían esa misma concepción, ya que usaron dicha confianza para hurtar las pertenencias de Cleto antes de que él partiera hacia su viaje. Cleto al ver todo este desorden y al ver a los micos sacando cosas de su equipaje se escondió entre las ramas del árbol y huyó temerosamente. Lo que no se imaginaban los micos era que por ahí iba pasando un elefante policía el cual se dio cuenta del hurto cometido por los micos y los capturó, así el búho pudo bajar del árbol a agradecerle al elefante.
Cuando ya había recuperado su equipaje pudo iniciar su aventura. Estuvo viajando varios días hasta que llegó al último bosque antes de llegar a la selva del Amazonas, se quedó a dormir en una posada en la cima de una secuoya y allí se encontró a un trío de gatas muy alegres que eran las meseras del lugar.
Cleto se tomó una ducha y bajó a beber algo al bar, las gatas lo vieron desprevenido y guapo y decidieron ir a saludarlo; la noche pasó y con ella la diversión de los tragos. Cleto se despertó temprano y pronto se sintió muy mal por todo lo que hizo la noche anterior, pues no era de esos que hacían las cosas sin pensar. Entonces ir donde el pingüino Matías, reconocido sacerdote por sus buenos actos de caridad, éste recibió a Cleto muy cordialmente, escuchó su historia y lo aconsejó para remediar todos sus pecados.
Cleto se convirtió en un gran búho que hacía buenos actos y disfrutaba su vida a cada instante.